MAADU, otro “regalito” para Madrid
¡Qué será lo que tiene Madrid, que algunos afamados
arquitectos sienten la irrefrenable necesidad de regalarle sus más excelsos
proyectos! Hace algunos años el inimitable Calatrava nos regaló su monolito de
la Castellana (tristemente, ya no se mueve; dicen que por falta de pilas, como algunos agoreros vaticinamos en su momento). Ahora, nada menos que D. Emilio
Ambasz, nos va a regalar el MAADU (el Museo de Arte, Arquitectura, Diseño y
Urbanismo, toma ya. Si le sobra espacio que ponga alguna otra cosa…). Y yo,
como Mouriño me pregunto, ¿Por qué?... Pues no lo sé, oiga.
Si a D. Santiago le cedimos nuestra confusa Plaza
Castilla para que nos la ordenara con su talento sin igual, con D. Emilio hemos
estado algo más rácanos: le hemos prestado (durante 75 años nada más) una esquina
de una callecita de la capital, el Paseo del Prado. Además de su coexistencia
en el singular eje madrileño, hay otra curiosa coincidencia entre los dos
presentes: parece ser que D. Emilio también barajó la posibilidad de regalar su
genio a los norteamericanos antes que a nosotros, a Nueva York concretamente.
No conocemos muy bien el motivo, pero finalmente, se ha decidido por lo castizo.
¡Qué rarito!
En cualquier caso, para nuestra denostada profesión,
que se plantee la instalación de un Museo de Arquitectura (si les parece voy a
omitir el resto del rimbombante nombrecito) es una buena noticia. Personalmente
hubiera preferido que la iniciativa fuese pública en lugar de privada, y que
reflejara un interés real de los poderes públicos por hacer entender un poco
más la relevancia de nuestra actividad a una sociedad que parece darnos la espalda. Pero ,
abandonada la posibilidad de esa quimera, bien está que la Fundación Ambasz
acometa en la medida que pueda ese objetivo. Y agradecemos que lo haga con sus
propios recursos. Pero eso tampoco debe entenderse como carta blanca para toda la jugada. Dado que la
va a realizar sobre un suelo que nos pertenece a todos y que trata de una
disciplina que nos es tan querida, creo que el proyecto en si mismo merece un
comentario.
Como diría aquel, de Ambasz, nunca he sido muy
partidario. Puedo reconocer un cierto interés de algunos de sus proyectos
iniciales, en los que la arquitectura luchaba por desaparecer, por hacerse invisible
escondiéndose o fundiéndose con idílicas topografías vegetales. Si quieren
incluso, como un precursor de una cierta manera de entender la manida
sostenibilidad en arquitectura, casi siempre desde el recurso del
enterramiento. Lo que ocurre es que sus proyectos siempre han estado planteados
desde dos premisas con las que me he sentido muy incómodo desde mi época de
estudiante:
-
Por
una parte, el constante recurso a una cierta condición mágica, hermética e
iniciática de la arquitectura, explicada en exclusiva desde los imprecisos y
resbaladizos terrenos de lo artístico. Ante sus proyectos más interesantes,
como la Casa de Retiro Espiritual, se tiene la sensación de estar ante enormes
instalaciones artísticas sacadas de escala de manera más o menos afortunada.
Todo el proyecto se supedita a una voluntad primigenia y única de producir una
determinada sensación en el espectador (no me atrevo siquiera a decir habitante
o mucho menos usuario). Esa máxima intensidad emocional conseguida en algunos
casos, lleva aparejada como es lógico, la eliminación de toda la complejidad
que rodea la arquitectura obligada por definición a conseguir simultáneamente
unos objetivos mucho más diversos. La pintura y la escultura tienen un grado de
libertad mucho mayor que la arquitectura; tienen menos ligaduras; pueden y
deben enfocar con intensidad una temática muy parcial, sujetándose en exclusiva
a sus propias leyes creativas. Para la arquitectura, el problema es más
complejo. Puede y debe existir desde luego esta misma vocación autorreferencial.
Pero su valor genuino está en la manera en que consigue hacerlo coexistir con
otro enorme abanico de obligaciones y responsabilidades. No es extraño que en la producción de Ambasz escaseen los
proyectos urbanos. La ciudad exponente máximo de la complejidad contemporánea,
no es el entorno más apropiado para sus
unívocas instalaciones.
-
Por
otra parte y entrando en el terreno de lo meramente plástico, para la obtención
de esos escuetos objetivos, Ambasz recurre sistemáticamente a unas geometrías
rabiosamente elementales. Sus proyectos/instalaciones resuelven la
materialización de sus ideas con las formas más simples y obvias. Es posible
que esta actitud sea intencionada para evitar perturbaciones en el objetivo
sensitivo/conceptual único de sus proyectos. Le he oído decir que quiere que
sus proyectos los entienda un niño. Sin embargo, yo creo que los niños son
capaces de entender geometrías mucho más ricas. Otra cosa es que esos niños y
otros no tan niños no tengan la destreza necesaria para manejarse y proyectar
con universos formales más ricos y más complejos.
La documentación del proyecto del museo para el
Paseo del Prado que se ha hecho pública, sigue rigurosamente estas constantes de la producción de
Ambasz. Las explicaciones que ha dado de las intenciones del proyecto se
enmarcan todas en ese lenguaje voluntarioso y críptico que suele rodear las argumentaciones
“artísticas” de tercera división. Por supuesto ni una palabra de función,
técnica, entorno urbano, el programa museístico, lo social, etc… Mover nuestros corazones,
eso el lo único que nos propone D. Emilio.
Y su materialización, rigurosamente simétrica en
planta por supuesto, con dos fachadas idénticas a dos calles tan similares como
el Paseo del Prado y la
Calle Gobernador , y con una sección invariable y anodina en todo
su desarrollo, está muy en la línea de trabajo habitual del arquitecto. Eso sí:
todo cubiertito de verde un poco inclinadito para darle un toque (no como el
jardín vertical del Caixa Forum, dice el autor. Tampoco entiendo ni a que se
refiere ni lo que tiene de malo su vecino, que me encanta).
En fin, ¿qué quieren que les diga? Otro regalito
envenenado para la
capital. No lo entiendo. Por algún motivo no me consigo
sacarme de la cabeza la melodía de la canción “Mami , ¿qué será lo que quiere
el negro?...”
Señor Ambasz, si de verdad tanto quiere a la
Arquitectura, si su Fundación está tan deseosa de construir su Museo en Madrid,
se lo agradecemos de corazón. Pero contemple la posibilidad de conseguir un
proyecto a la altura de sus intenciones, por favor. Ya se lo dicen a mis hijos con
toda la razón en la Campaña de Navidad del Colegio cuando piden regalos para
llevar a los más necesitados (a lo mejor en eso nos hemos convertido los
madrileños): absténgase de traer juguetes rotos o defectuosos. El regalo se convierte
en un insulto. Pues eso.
Nose, asi como el sol que se iba a hacer donde las cuatro torres... Esto me parece otro error. Asi como su idea puede ser relativamente interesante desde el punto de vista de crear un museo de arquitectura pero no veo la necesidad de crear un edificio a competir con el caixa forum o el prado. Cuando voy por madrid veo una especie de La defense en paris con edificios insignia, la diferencia es que los franceses se sienten orgullosos y de todas las veces que he ido a visitar a mi familia a paris me llevan ya que esas obras no son meros contenedores sino q albergan 150000 empleados diarios sin contar turistas... Ayi se estudia muchisimo el impacto que debe tener una obra encuadrando las perspectivas para crear un paisaje urbano con el arco del triunfo q se ve desde el arco cuadrado etc..
ResponderEliminarY bueno volviendo al tema... No creo que el que diseño tenga la culpa... Sino los que deciden construirlo en este momento.
la defense - Buscar con Google - http://www.google.es/search?q=la+defense&hl=es&client=ms-android-hms-vf-unknown&source=android-search-app&v=141400000&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=6ZNAUfO1AuG57AaPlIDgAg&ved=0CAgQ_AUoAQ&biw=320&bih=456&sei=7JNAUZ7BGuLA7AbVy4CwDA
ResponderEliminarmuy buena crítica !!
ResponderEliminarOtra pequeña reflexión al respecto:
ResponderEliminarhttps://spectatoris.wordpress.com/2013/03/11/maadu/